Sesión XI
Concilio Ecuménico de Villa María
El Credo de la Iglesia Remanente
Los Reverendos Padres reunidos en el Espíritu Santo,
convocados por Su Santidad Alejandro IX, Siervo de los Siervos de Dios se han
congregado a fin de proclamar nuestra fe católica común, y por ello decimos:
1. Creemos en un solo Dios verdadero, Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo: Una sola Divinidad en esencia y tres Personas
realmente distintas, pero entre sí coiguales y coeternas. Este es el Único Dios
verdadero, el Dios Trinitario.
2. Para manifestar su Gloria, amor y felicidad e impulsado
por el amor decretó la Obra de la Creación, la cual fue hecha de lo que no
existía, tal como se indica en el Libro de Génesis.
3. Creemos y afirmamos que antes de crear todas las cosas,
incluso los Santos Ángeles, Dios creó primero la Divinísima Alma de Cristo,
unida al Verbo de Dios. Inmediatamente creó la Divina Alma de la Augustísima
Virgen María. Posteriormente creóa los Santos Angeles, y un tercio de los
mismos pecaron, siendo arrojados al Infierno.
4. Creemos que Dios formó al primer Hombre, Adán, tal como
es descripto en la Biblia, inspirándole alma inmortal, la cual fue creada a
imagen y semejanza de Dios. Creemos que de la costilla de Adán formó a Eva, su
mujer. Dios, en su infinita bondad creó a los Primeros Padres en un estado de
justicia original y en ellos habitaba el Espíritu Santo y les concedió dones
preternaturales: la inmortalidad corporal, la inmunidad de la concupiscencia y
la ciencia infusa.
5. Creemos que la antigua serpiente tentó a la Pareja y Adán,
por desobedecer cayó de su estado de justicia original, y por decreto de Dios
toda la descendencia de Adán heredaron la muerte por causa del pecado original.
No obstante, Dios preservó a la Augusta Virgen María, la cual quedó sin mancha.
6. Creemos y afirmamos que Dios, en la plenitud de los
tiempos, en su infinita bondad y misericordia, envió a su Hijo Unigénito para
cumplir la Obra de Reparación y Redención.
7. Creemos en un solo Señor Jesucristo, Segunda Persona de
la Santísima Trinidad,
Hijo Unigénito del Padre, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Creemos que es una sola Persona Divina, con dos naturalezas: divina y humana, dos
entendimientos y dos voluntades. Sin haberse jamás separado de la Gloria del
Padre el Verbo Divino descendió de los Cielos, y por la salvación de la
humanidad se encarnó milagrosamente
en las purísimas entrañas de la Virgen María, sólo por obra
y gracia del Espíritu Santo,
y se hizo Hombre. Nació en Belén de Judea y en todo se hizo
semejante a nosotros, salvo en el pecado.
8. Afirmamos que el Divino Salvador durante su vida oculta
en Nazaret vivió sujeto y obediente en el seno de la Sagrada Familia. Luego,
por tres años llevó una vida pública realizando la altísima misión de enviado
del Padre, proclamó el Reino de Dios, y dejó bien probada su Divinidad y
Doctrina con su ejemplo y milagros. Padeció bajo el poder de Poncio Pilatos,
fue torturado, crucificado y entregó su Espíritu al Padre. Jesucristo se inmoló
y murió y así se coronó el continuo ofertorio de toda su vida. Afirmamos con fe
verdadera que, con este admirable y sublime sacrificio consumó infinitamente la
necesaria reparación al Padre. Como consecuencia gratuita de este acto
reparador vino sobreabundantemente la redención de los hombres.
10. Creemos que de su Divino Costado Reparador y Redentor brotó,
lavada y renovada, la Nueva Iglesia, con la Sabiduría de los Sacramentos.
11. Creemos que, con su Alma unida a la Divinidad, descendió
a los infiernos, encadenó a Satanás, liberó las almas de los justos del Seno de
Abrahán, llenó de esperanza a las almas del Purgatorio; y todos doblaron su
rodilla al santo y terrible Nombre de Jesús. Él fue descendido del leño de la
Cruz, envuelto en el Santo Sudario, trasladado al Santo Sepulcro en donde su
Cuerpo, unido a la Divinidad, recibió la adoración de los Coros Angélicos. Jesucristo,
juntos su Cuerpo y Alma gloriosos, para nunca más morir,
resucitó al tercer día de entre los muertos por su propia
virtud, cumpliéndose las Escrituras, dejándonos, así, la máxima prueba de su
Divinidad, el fundamento de nuestra Fe.
12. Creemos que, a los cuarenta días de resucitado, mientras
bendecía a sus discípulos,
ascendió por su propia virtud a los Cielos con majestad y
gloria, entre las aclamaciones y júbilo de los Ángeles. Y a la vista de todos, con
la Luz emanada de su Divino Rostro,
como Supremo Rey, derribó las puertas de los Cielos en donde
está sentado a la diestra del Padre. Sabemos que desde allí ha de venir, con la
misma majestad y gloria para juzgar a vivos y a muertos y su Reino no tendrá
fin.
13. Creemos ¿ en un solo Señor, Dios, Espíritu Santo, Tercera
Persona de la Santísima Trinidad, creador y renovador de la faz de la tierra, vivificador
y santificador de las almas, defensor y consolador nuestro. Él no engendrado,
ni creado y procede eternamente del infinito amor del Padre y del Hijo como de
un solo principio, consubstancial con Ellos y conjuntamente es adorado y
glorificado en la Santa Iglesia de Dios. Es el Alma de la Iglesia y Esposo de
las almas vivas de los fieles.
14. Creemos con fe firme y verdadera que el Espíritu Santo en
aquel Día de la Creación,
cubría con su sombra las aguas, dando vida a todo. Habitó en
el Arca de Noé, confundió las lenguas de Babel, justificó a Abrahán, fortaleció
a Isaac, condujo a Jacob, enseñó a Moisés la observancia de la Ley, le hizo
conductor del Pueblo de Israel y y habitó en el Arca de la Alianza. Él habló por los Profetas, ungió a los reyes, embraveció
a los caudillos, descendió sobre la Virgen María, se manifestó en el Jordán, se
derramó en la Sangre de la Víctima Inmolada en la Cruz, vino en llamas de fuego
sobre los Apóstoles,
fortaleció a los mártires de Cristo, sigue hablando por el
Magisterio de la Iglesia;
y se prodiga sobre los Apóstoles de la Iglesia Remanente, se
mueve en Villa María, Santa Sede en el Exilio, animando a los Sacerdotes de
Dios, quienes preparan los caminos del Retorno de Cristo y de su Reino
Mesiánico de paz en la tierra.
15. Creemos que la Santísima Virgen María es real y
perfectísima criatura, es la verdadera Madre de Dios concebida, eternamente, en
la mente divina como idónea Compañera. Su Divina Alma por su participación en
la Divinísima Alma de Cristo,
(con la cual estaba espiritualmente desposada) fue colmada
por el Espíritu Santo en el mismo instante de su creación, y gozó de la visión
beatífica, fue dotada de ciencia infusa, gozó de la plenitud de gracia y de
luz, derramándola a las demás criaturas.
16. Creemos que María Santísima es la Mujer anunciada en el
Génesis para aplastar la cabeza de la infernal serpiente, y que está prefigurada
en el Antiguo Testamento. Ella
nació por obra de varón de sus presantificados padres, Santa
Ana y San Joaquín. Concebida sin pecado original y dotada de perfectísima
belleza espiritual y humana. Ella es irredenta, porque nunca conoció el pecado
y tampoco podía ser redimida.
17. Creemos que María en un acto de indescriptible y
abnegada obediencia e inmolación de su propia voluntad, plena de fe y esperanza
en su Creador, acepta con suma caridad el mandato divino:Desposándose, a la
edad de quince años, con un varón justo, de la Casa de David, llamado José, escogido
con singular providencia de Dios. Llegada la plenitud de los tiempos, el Altísimo
envió al Arcángel San Gabriel para anunciar a la Virgen Santísima el Misterio de la Encarnación, pronuniando
ella el “fíat”.
18. Afirmamos que en
el preciso momento que la Augusta Virgen dio su consentimiento, el Espíritu
Santo la cubrió a María con su sombra, formando de la Sangre Purísima de la
Virgen un Cuerpo de Niño perfectísimo y, en ese mismo instante,
quedó unido a ese Cuerpo el Verbo Divino y el Alma
Divinísima. Creemos que, María,
Madre de Dios y Siempre Virgen en altísimo éxtasis y sin
dolor dio a luz a su Divino Hijo Jesús en
el portal de Belén saliendo del Seno materno como el rayo del sol que traspasa
el cristal sin romperlo ni mancharlo.
19. Creemos que María Santísima es Medianera Universal en la
Dispensación de todas las gracias. Ella es Correparadora porque sufrió en su
Espíritu todos los padecimientos que Cristo sufrió en su carne, ofreciendo al
Padre la muerte de su Hijo y su propia uerte espiritual, cumpliendo, así, una
misión Cosacerdotal con Cristo. Así mismo ella es Corredentora de la Humanidad
al asociar sus padecimientos a la Pasión Sacrosanta de Nuestro Señor Jesucristo
en auténtico sufrimiento de Pasión. Por eso mismo afirmamos que ella, la Santísima
Virgen María es es Cosacerdote de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. Creemos que María
es Madre de la Iglesia, por ser la Iglesia el Cuerpo Místico de Cristo. Igualmente
afirmamos que ella es Madre de la Humanidad, Tesorera y Dispensadora Universal de
todas las gracias y Madre de los Sacerdotes.
20. Entre los grandísimos privilegios de la Virgen Santa
congregó y presidió a los discípulos en el Cenáculo, y estuvo presente cuando
descendió el Espíritu Santo sobre ellos como lenguas de fuego. Afirmamos que
ella no murió, sino que a la edad de setenta y cuatro años durmió en presencia
de los Santos Apóstoles y Santas Mujeres y su cuerpo purísimo unido a su Divina
Alma fue ascendido a los cielos.
21. Creemos en los Ángeles, Espíritus puros. Miríadas y
miríadas es su número, nueve coros en tres jerarquías cantan las alabanzas de
Dios, custodian a los hombres y los dirigen al Cielo. Sobresalen, entre todos
los Ángeles los siete Arcángeles que están en la presencia de Dios.
22. Creemos en la Iglesia:Una, Santa, Católica, Apostólica y
Remanente. Madre y Maestra de las Almas, única que enseña la Doctrina verdadera
e inmutable contenida en el Depósito de la Revelación: Las Sagradas Escrituras,
La Santa Tradición, el Magisterio de la Iglesia y el Espíritu de Profecía concedido
al Sucesor de San Pedro. Confesamos que el Papa es la Cabeza Visible de la
Iglesia, tiene el legítimo título de Vicario de Cristo, Sucesor de San Pedro, Padre
y Doctor Universal, Sumo Pontífice y Supremo Pastor, símbolo y garante de la
unidad, Dulce Cristo en la tierra. Él goza de infalibilidad cuando, como
Maestro Universal define una verdad, en materia de fe y costumbres. En el mismo
sentido, siendo Vicario de Cristo posee la plenitud de la potestad en lo
espiritual y temporal por derecho divino, siendo el verdadero Dueño,
Administrador y Distribuidor de todas las tierras, poder este representado en
las dos llaves.
23. Confesamos siete verdaderos y eficaces Sacramentos instituidos
por Cristo: Bautismo, Confirmación, Confesión, Comunión, Extremaunción, Orden
Sacerdotal y Matrimonio.
24. Creemos que, el Santo Sacrificio de la Misa o Santo
Sacrificio del Altar, es el mismo Sacrificio del Calvario que se perpetúa de
forma incruenta. Él es el Único, perfecto y eterno Sacrificio de la Nueva
Alianza prefigurado por el Sacrificio de Melquisedec, el Cordero Pascual y los
Sacrificios de la Antigua Ley.
25. Afirmamos y confesamos que fuera de la Iglesia Católica
Apostólica y Remanente, en paz y comunión con el Vicario de Cristo, no hay
salvación ni perdón de los pecados.
26. Creemos y afirmamos que las Sagradas Imágenes,
comenzando por las de Nuestro Señor Jesucristo, de la Bienaventurada Siempre
Virgen María, de su Castísimo Esposo San José y las de todos los Ángeles y
Santos, así como sus Sagradas Reliquias, deben tenerse, conservarse y
tributárseles el debido honor y veneración.
27. Creemos y confesamos la Comunión de los Santos como la participación
de gracias o bienes espirituales entre los miembros del Cuerpo Místico de
Cristo. Sabemos y entendemos plenamente que la Orden de Nuestra Señora de la
Compasión es la única orden religiosa de los Tiempos Apocalípticos. Creemos que
ellos son los Apóstoles de los Últimos Tiempos y fueron elegidos por Dios para
salvar a la Iglesia y restablecer el orden en el mundo.
28. Creemos que está decretado a los hombres morir una sola
vez y después de esto, el Juicio. El Juicio Particular sucede en el mismo
instante de la muerte y allí es juzgado cada uno según sus obras recibiendo,
irremediablemente, la sentencia: de salvación eterna o de condenación eterna. Confesamos
la existencia de un purgatorio donde van aquellos que mueren en estado de
Gracia pero con culpas veniales y en ese lugar se purifican antes de entrar al
Cielo. Reconocemos que existe el Infierno o Muerte Eterna,
la absoluta infelicidad, el conjunto de todos los males sin
mezcla de bien alguno para los que mueren en pecado mortal; en donde los
demonios y condenados sufren un doble castigo: pena de daño: carecer para
siempre de la vista de Dios; pena de sentido: el fuego eterno, el estanque de
azufre, encendido por la justicia de Dios al que son arrojados y atormentados con
un eterno lamento y crujir de dientes en un mar de desesperación. Afirmamos la
existencia del Limbo, lugar a donde van las almas de los niños que mueren sin
el Bautismo antes del uso de razón.
29. Creemos en la existencia de Satanás, la antigua
serpiente o Diablo, jefe de todos los demonios, padre de la mentira, inventor e instigador de
todo mal. Creemos que por permisión divina ha sido desencadenado para dar lugar
a la Gran Apostasía, a la cual seguirá un castigo espantoso y purificador,
manifestación de la Justa Ira de Dios. Creemos que en la manifestación del
Hombre de Iniquidad, el Anticristo Persona y persecutor de la Iglesia. Durante
su reinado sobrevendrán grandes castigos a la humanidad culminando con los tres
Últimos días de tinieblas; y que, al tercer día,
Nuestro Señor Jesucristo retornar a la tierra, con gran
poder y majestad, en la Segunda Venida destruyendo al Anticristo con el soplo
de su boca y con el resplandor de su presencia; precipitará para siempre, en el
estanque de fuego y azufre del Infierno, al Diablo y a sus secuaces para nunca
más tentar a las naciones.
30. Creemos que, en el mismo instante del Retorno de Cristo tendrá,
también, lugar, la Resurrección de los Muertos y el Juicio Final. Los
Bienaventurados, con sus cuerpos gloriosos, ir n al Cielo, aquella región que
es la suma de todo bien porque contemplarán a Dios cara a cara, serán felices
por toda la eternidad, pero los condenados, con sus cuerpos, irán al Infierno.
Todos aquellos que quieran salvarse deben conocer y creer
todas estas cosas, que están contenidas en las Sagradas Escrituras,
transmitidas en la Sagrada Tradición y revelada en nuestros tiempos por el Espíritu
de Profecía que habla tras el Vicario de Cristo.
Amén.
Dado en Villa María,
A los 8 días del mes de mayo del año 2018 de la Gracia.