martes, 8 de mayo de 2018

Sesión XI: El Credo de la Iglesia Remanente

Sesión XI
Concilio Ecuménico de Villa María
El Credo de la Iglesia Remanente


Los Reverendos Padres reunidos en el Espíritu Santo, convocados por Su Santidad Alejandro IX, Siervo de los Siervos de Dios se han congregado a fin de proclamar nuestra fe católica común, y por ello decimos:



1. Creemos en un solo Dios verdadero, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo: Una sola Divinidad en esencia y tres Personas realmente distintas, pero entre sí coiguales y coeternas. Este es el Único Dios verdadero, el Dios Trinitario.

2. Para manifestar su Gloria, amor y felicidad e impulsado por el amor decretó la Obra de la Creación, la cual fue hecha de lo que no existía, tal como se indica en el Libro de Génesis.

3. Creemos y afirmamos que antes de crear todas las cosas, incluso los Santos Ángeles, Dios creó primero la Divinísima Alma de Cristo, unida al Verbo de Dios. Inmediatamente creó la Divina Alma de la Augustísima Virgen María. Posteriormente creóa los Santos Angeles, y un tercio de los mismos pecaron, siendo arrojados al Infierno.

4. Creemos que Dios formó al primer Hombre, Adán, tal como es descripto en la Biblia, inspirándole alma inmortal, la cual fue creada a imagen y semejanza de Dios. Creemos que de la costilla de Adán formó a Eva, su mujer. Dios, en su infinita bondad creó a los Primeros Padres en un estado de justicia original y en ellos habitaba el Espíritu Santo y les concedió dones preternaturales: la inmortalidad corporal, la inmunidad de la concupiscencia y la ciencia infusa.

5. Creemos que la antigua serpiente tentó a la Pareja y Adán, por desobedecer cayó de su estado de justicia original, y por decreto de Dios toda la descendencia de Adán heredaron la muerte por causa del pecado original. No obstante, Dios preservó a la Augusta Virgen María, la cual quedó sin mancha.

6. Creemos y afirmamos que Dios, en la plenitud de los tiempos, en su infinita bondad y misericordia, envió a su Hijo Unigénito para cumplir la Obra de Reparación y Redención.

7. Creemos en un solo Señor Jesucristo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad,
Hijo Unigénito del Padre, verdadero Dios y verdadero Hombre. Creemos que es una sola Persona Divina, con dos naturalezas: divina y humana, dos entendimientos y dos voluntades. Sin haberse jamás separado de la Gloria del Padre el Verbo Divino descendió de los Cielos, y por la salvación de la humanidad se encarnó milagrosamente
en las purísimas entrañas de la Virgen María, sólo por obra y gracia del Espíritu Santo,
y se hizo Hombre. Nació en Belén de Judea y en todo se hizo semejante a nosotros, salvo en el pecado.

8. Afirmamos que el Divino Salvador durante su vida oculta en Nazaret vivió sujeto y obediente en el seno de la Sagrada Familia. Luego, por tres años llevó una vida pública realizando la altísima misión de enviado del Padre, proclamó el Reino de Dios, y dejó bien probada su Divinidad y Doctrina con su ejemplo y milagros. Padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue torturado, crucificado y entregó su Espíritu al Padre. Jesucristo se inmoló y murió y así se coronó el continuo ofertorio de toda su vida. Afirmamos con fe verdadera que, con este admirable y sublime sacrificio consumó infinitamente la necesaria reparación al Padre. Como consecuencia gratuita de este acto reparador vino sobreabundantemente la redención de los hombres.

10. Creemos que de su Divino Costado Reparador y Redentor brotó, lavada y renovada, la Nueva Iglesia, con la Sabiduría de los Sacramentos.

11. Creemos que, con su Alma unida a la Divinidad, descendió a los infiernos, encadenó a Satanás, liberó las almas de los justos del Seno de Abrahán, llenó de esperanza a las almas del Purgatorio; y todos doblaron su rodilla al santo y terrible Nombre de Jesús. Él fue descendido del leño de la Cruz, envuelto en el Santo Sudario, trasladado al Santo Sepulcro en donde su Cuerpo, unido a la Divinidad, recibió la adoración de los Coros Angélicos. Jesucristo, juntos su Cuerpo y Alma gloriosos, para nunca más morir,
resucitó al tercer día de entre los muertos por su propia virtud, cumpliéndose las Escrituras, dejándonos, así, la máxima prueba de su Divinidad, el fundamento de nuestra Fe.

12. Creemos que, a los cuarenta días de resucitado, mientras bendecía a sus discípulos,
ascendió por su propia virtud a los Cielos con majestad y gloria, entre las aclamaciones y júbilo de los Ángeles. Y a la vista de todos, con la Luz emanada de su Divino Rostro,
como Supremo Rey, derribó las puertas de los Cielos en donde está sentado a la diestra del Padre. Sabemos que desde allí ha de venir, con la misma majestad y gloria para juzgar a vivos y a muertos y su Reino no tendrá fin.

13. Creemos ¿ en un solo Señor, Dios, Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, creador y renovador de la faz de la tierra, vivificador y santificador de las almas, defensor y consolador nuestro. Él no engendrado, ni creado y procede eternamente del infinito amor del Padre y del Hijo como de un solo principio, consubstancial con Ellos y conjuntamente es adorado y glorificado en la Santa Iglesia de Dios. Es el Alma de la Iglesia y Esposo de las almas vivas de los fieles.

14. Creemos con fe firme y verdadera que el Espíritu Santo en aquel Día de la Creación,
cubría con su sombra las aguas, dando vida a todo. Habitó en el Arca de Noé, confundió las lenguas de Babel, justificó a Abrahán, fortaleció a Isaac, condujo a Jacob, enseñó a Moisés la observancia de la Ley, le hizo conductor del Pueblo de Israel y y habitó en el Arca de la Alianza. Él  habló por los Profetas, ungió a los reyes, embraveció a los caudillos, descendió sobre la Virgen María, se manifestó en el Jordán, se derramó en la Sangre de la Víctima Inmolada en la Cruz, vino en llamas de fuego sobre los Apóstoles,
fortaleció a los mártires de Cristo, sigue hablando por el Magisterio de la Iglesia;
y se prodiga sobre los Apóstoles de la Iglesia Remanente, se mueve en Villa María, Santa Sede en el Exilio, animando a los Sacerdotes de Dios, quienes preparan los caminos del Retorno de Cristo y de su Reino Mesiánico de paz en la tierra.

15. Creemos que la Santísima Virgen María es real y perfectísima criatura, es la verdadera Madre de Dios concebida, eternamente, en la mente divina como idónea Compañera. Su Divina Alma por su participación en la Divinísima Alma de Cristo,
(con la cual estaba espiritualmente desposada) fue colmada por el Espíritu Santo en el mismo instante de su creación, y gozó de la visión beatífica, fue dotada de ciencia infusa, gozó de la plenitud de gracia y de luz, derramándola a las demás criaturas.

16. Creemos que María Santísima es la Mujer anunciada en el Génesis para aplastar la cabeza de la infernal serpiente, y que está prefigurada en el Antiguo Testamento. Ella
nació por obra de varón de sus presantificados padres, Santa Ana y San Joaquín. Concebida sin pecado original y dotada de perfectísima belleza espiritual y humana. Ella es irredenta, porque nunca conoció el pecado y tampoco podía ser redimida.


17. Creemos que María en un acto de indescriptible y abnegada obediencia e inmolación de su propia voluntad, plena de fe y esperanza en su Creador, acepta con suma caridad el mandato divino:Desposándose, a la edad de quince años, con un varón justo, de la Casa de David, llamado José, escogido con singular providencia de Dios. Llegada la plenitud de los tiempos, el Altísimo envió al Arcángel San Gabriel para anunciar a la Virgen Santísima  el Misterio de la Encarnación, pronuniando ella el “fíat”.

18.  Afirmamos que en el preciso momento que la Augusta Virgen dio su consentimiento, el Espíritu Santo la cubrió a María con su sombra, formando de la Sangre Purísima de la Virgen un Cuerpo de Niño perfectísimo y, en ese mismo instante,
quedó unido a ese Cuerpo el Verbo Divino y el Alma Divinísima. Creemos que, María,
Madre de Dios y Siempre Virgen en altísimo éxtasis y sin dolor dio a luz a su Divino Hijo Jesús  en el portal de Belén saliendo del Seno materno como el rayo del sol que traspasa el cristal sin romperlo ni mancharlo.

19. Creemos que María Santísima es Medianera Universal en la Dispensación de todas las gracias. Ella es Correparadora porque sufrió en su Espíritu todos los padecimientos que Cristo sufrió en su carne, ofreciendo al Padre la muerte de su Hijo y su propia uerte espiritual, cumpliendo, así, una misión Cosacerdotal con Cristo. Así mismo ella es Corredentora de la Humanidad al asociar sus padecimientos a la Pasión Sacrosanta de Nuestro Señor Jesucristo en auténtico sufrimiento de Pasión. Por eso mismo afirmamos que ella, la Santísima Virgen María es es Cosacerdote de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. Creemos que María es Madre de la Iglesia, por ser la Iglesia el Cuerpo Místico de Cristo. Igualmente afirmamos que ella es Madre de la Humanidad, Tesorera y Dispensadora Universal de todas las gracias y Madre de los Sacerdotes.

20. Entre los grandísimos privilegios de la Virgen Santa congregó y presidió a los discípulos en el Cenáculo, y estuvo presente cuando descendió el Espíritu Santo sobre ellos como lenguas de fuego. Afirmamos que ella no murió, sino que a la edad de setenta y cuatro años durmió en presencia de los Santos Apóstoles y Santas Mujeres y su cuerpo purísimo unido a su Divina Alma fue ascendido a los cielos.

21. Creemos en los Ángeles, Espíritus puros. Miríadas y miríadas es su número, nueve coros en tres jerarquías cantan las alabanzas de Dios, custodian a los hombres y los dirigen al Cielo. Sobresalen, entre todos los Ángeles los siete Arcángeles que están en la presencia de Dios.

22. Creemos en la Iglesia:Una, Santa, Católica, Apostólica y Remanente. Madre y Maestra de las Almas, única que enseña la Doctrina verdadera e inmutable contenida en el Depósito de la Revelación: Las Sagradas Escrituras, La Santa Tradición, el Magisterio de la Iglesia y el Espíritu de Profecía concedido al Sucesor de San Pedro. Confesamos que el Papa es la Cabeza Visible de la Iglesia, tiene el legítimo título de Vicario de Cristo, Sucesor de San Pedro, Padre y Doctor Universal, Sumo Pontífice y Supremo Pastor, símbolo y garante de la unidad, Dulce Cristo en la tierra. Él goza de infalibilidad cuando, como Maestro Universal define una verdad, en materia de fe y costumbres. En el mismo sentido, siendo Vicario de Cristo posee la plenitud de la potestad en lo espiritual y temporal por derecho divino, siendo el verdadero Dueño, Administrador y Distribuidor de todas las tierras, poder este representado en las dos llaves.

23. Confesamos siete verdaderos y eficaces Sacramentos instituidos por Cristo: Bautismo, Confirmación, Confesión, Comunión, Extremaunción, Orden Sacerdotal y Matrimonio.

24. Creemos que, el Santo Sacrificio de la Misa o Santo Sacrificio del Altar, es el mismo Sacrificio del Calvario que se perpetúa de forma incruenta. Él es el Único, perfecto y eterno Sacrificio de la Nueva Alianza prefigurado por el Sacrificio de Melquisedec, el Cordero Pascual y los Sacrificios de la Antigua Ley.

25. Afirmamos y confesamos que fuera de la Iglesia Católica Apostólica y Remanente, en paz y comunión con el Vicario de Cristo, no hay salvación ni perdón de los pecados.

26. Creemos y afirmamos que las Sagradas Imágenes, comenzando por las de Nuestro Señor Jesucristo, de la Bienaventurada Siempre Virgen María, de su Castísimo Esposo San José y las de todos los Ángeles y Santos, así como sus Sagradas Reliquias, deben tenerse, conservarse y tributárseles el debido honor y veneración.

27. Creemos y confesamos la Comunión de los Santos como la participación de gracias o bienes espirituales entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Sabemos y entendemos plenamente que la Orden de Nuestra Señora de la Compasión es la única orden religiosa de los Tiempos Apocalípticos. Creemos que ellos son los Apóstoles de los Últimos Tiempos y fueron elegidos por Dios para salvar a la Iglesia y restablecer el orden en el mundo.

28. Creemos que está decretado a los hombres morir una sola vez y después de esto, el Juicio. El Juicio Particular sucede en el mismo instante de la muerte y allí es juzgado cada uno según sus obras recibiendo, irremediablemente, la sentencia: de salvación eterna o de condenación eterna. Confesamos la existencia de un purgatorio donde van aquellos que mueren en estado de Gracia pero con culpas veniales y en ese lugar se purifican antes de entrar al Cielo. Reconocemos que existe el Infierno o Muerte Eterna,
la absoluta infelicidad, el conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno para los que mueren en pecado mortal; en donde los demonios y condenados sufren un doble castigo: pena de daño: carecer para siempre de la vista de Dios; pena de sentido: el fuego eterno, el estanque de azufre, encendido por la justicia de Dios al que son arrojados y atormentados con un eterno lamento y crujir de dientes en un mar de desesperación. Afirmamos la existencia del Limbo, lugar a donde van las almas de los niños que mueren sin el Bautismo antes del uso de razón.

29. Creemos en la existencia de Satanás, la antigua serpiente o Diablo, jefe de todos los demonios,  padre de la mentira, inventor e instigador de todo mal. Creemos que por permisión divina ha sido desencadenado para dar lugar a la Gran Apostasía, a la cual seguirá un castigo espantoso y purificador, manifestación de la Justa Ira de Dios. Creemos que en la manifestación del Hombre de Iniquidad, el Anticristo Persona y persecutor de la Iglesia. Durante su reinado sobrevendrán grandes castigos a la humanidad culminando con los tres Últimos días de tinieblas; y que, al tercer día,
Nuestro Señor Jesucristo retornar a la tierra, con gran poder y majestad, en la Segunda Venida destruyendo al Anticristo con el soplo de su boca y con el resplandor de su presencia; precipitará para siempre, en el estanque de fuego y azufre del Infierno, al Diablo y a sus secuaces para nunca más tentar a las naciones.

30. Creemos que, en el mismo instante del Retorno de Cristo tendrá, también, lugar, la Resurrección de los Muertos y el Juicio Final. Los Bienaventurados, con sus cuerpos gloriosos, ir n al Cielo, aquella región que es la suma de todo bien porque contemplarán a Dios cara a cara, serán felices por toda la eternidad, pero los condenados, con sus cuerpos, irán al Infierno.


Todos aquellos que quieran salvarse deben conocer y creer todas estas cosas, que están contenidas en las Sagradas Escrituras, transmitidas en la Sagrada Tradición y revelada en nuestros tiempos por el Espíritu de Profecía que habla tras el Vicario de Cristo.

Amén.


Dado en Villa María,
A los 8 días del mes de mayo del año 2018 de la Gracia.


Luego de la emocionante lectura del Credo, el Santo Padre pidió que el Concilio se reuniese nuevamente el 24 de mayo del año 2018.