miércoles, 23 de febrero de 2011

Comunicado de SE Cardenal Papaloupos

Comunicado del SE Aristóteles Cardenal Papaloupos,
Prefecto de la Sagrada Congregación de Iglesias Orientales.
A propuesta de una reforma de las congregaciones que intermedian entre la Santa Sede y las Iglesias de Rito Oriental



La reciente comunión con la Iglesia Sirio-Malankara y la designación del Catolicós ha llevado a un proceso de reorganización de la Curia y por ello mismo, la Congregación de las Iglesia Orientales, de las cuales yo fuera nombrado Prefecto en la época de nuestro Amado León XIV debió ser reorganizada, ya que, con la muerte del Venerado Pontífice yo partí a Oriente a fin de poder trabajar en misiones que habíamos tratado de levantar allí con la ayuda de Dios Omnipotente.
No corresponde aquí mencionar los hermosos frutos que tuvimos, tanto en Grecia, Albania, Turquía, Jordania o Irán e Irak, donde hoy, centenares de almas se encuentran en paz y comunión con la Santa Sede en el Exilio y han recibido, como es debido, el cuidado pastoral de los sacerdotes fieles al Magisterio de la Iglesia, que se expresa por la boca de Su Santidad Alejandro IX. Hoy, hay monasterios e Iglesias donde antes solo había desolación, miedo y muerte. Empero, Su Santidad decidió llamarme desde el “exilio” como algunos de mis hermanos cardenales se referían al trabajo que, con tanto empeño me había dedicado desde que asumiera la Sede Papal Monseñor Juan Bautista Bonetti. Uno de los motivos por los cuales se hizo imperativo, según se me informó en aquel momento, mi retorno a Argentina y poster radicación en Villa María, General Rodriguez, a la par del Papa Alejandro, fue que cada vez teníamos más solicitudes de comunidades de rito oriental que deseaban entrar en comunión con nosotros. En virtud de que yo me crié en una familia uniata, que realicé mis estudios en un monasterio católico romano de rito oriental para luego salir y luchar por la Verdadera Tradición y por mis servicios durante el Conclave Milagroso del Año 2006, fue que el Papa Alejandro IX me insistió en reocupar la Congregación de las Iglesias Orientales.
Por medio de un decreto especial de Su Santidad fue re-eregida la congregación y se me ordenó su reorganización. No ha sido tarea simple, pero he tratado de realizar mis tareas de la manera más eficiente que pude. Sin embargo, he notado que varias de las atribuciones propias de la Congregación de las Iglesias Orientales eran compartidas con la Secretaria de Estado, cargo de mi hermano el Cardenal Emilio Javier de la Compasión, la Congregación de China e Iglesias Orientales, dirigida por el ilustrísimo Cardenal Pablo de la Compasión y la Congregación de Propaganda Fide a cargo de mi otro muy querido hermano el Cardenal Giovanni Garbini.
Viendo esta superposición, solicité a mi amigo y hermano en el episcopado, Monseñor Agustín Zenteno, que, como Economista me diera su impresión y análisis a fin de presentarlo al Papa. Así fue que luego de mucho estudio, reflexión y asesoramiento, solicité a Su Santidad que uniera esta congregación que yo presido con alguna de las anteriores, poniendo además a su disposición mi renuncia.
He solicitado además, a Su Santidad el permiso de explicarle esto a todos los fieles, especialmente a aquellos de Rito Oriental que hubieran caído de alguna manera bajo mi gobierno. Sepan ustedes, queridos hermanos que la función de la congregación era solamente servir de enlace entre ustedes y el Papa y no erigir una instancia jerárquica paralela que funcionara como una barrera. El Papa Alejandro IX decidió por su parte dar curso a mi propuesta, empero enmarcada en algo mucho mayor, una reforma integral de toda la curia.
Espero como ustedes que el Papa Alejandro, iluminado por el Espíritu Santo provea a las Iglesias Orientales de un medio único de comunicación, eficiente y rápido que agilice la comunicación entre la Santa Sede en el Exilio y el clero de rito oriental. Ruego a Dios que el Papa instrumente los medios necesarios para una reforma integral que le de a estas Iglesias de las cuales yo formo parte, una estructura única, conservando cada una su autonomía en paz y comunión con la Santa Sede.
Sin más, me despido de todos ustedes encomendándome a vuestras oraciones,
En Cristo Jesús.
SE Aristóteles Cardenal Papaloupos.