miércoles, 27 de marzo de 2013

Carta del Santo Padre por el cual se explica el Decreto "Mandatorias"


Carta del Santo Padre por el cual se explica el Decreto "Mandatorias"


Queridos hermanos,
El día de 26 de marzo, Nos, hemos promulgado un decreto bajo el nombre de "Mandatorias" por el cual se establece el código de conducta y vestimenta que deben seguir todos los fieles de la Santa Iglesia Católica.
El Código tiene como fin restablecer una sociedad cristiana, de hombres y mujeres que recuerden la importancia de preservar la moral y las buenas costumbres para poder expresar su fe y así alimentar la gracia.
No hubiera sido necesrio tal decreto, de no contemplar Nos, con gran tristeza, la uinmoralidad que iba ganando terreno en la Iglesia de Dios: mujeres con pantalones, hombres con camisas cortas, escotes impúdicos y una larga lista de etcéteras que no eran, sino, una afrenta contra Dios y por supuesto la Iglesia. ¿Cómo aquellos que recibieron la Gracia de conocer a la Iglesia Verdadera podían ser librados al pecado de la inmoralidad y la impudicia? ¿De qué manera podíamos tolerar esa liberalidad con la que veíamos, muchos se entregaban a la concupisencia de los sentidos? ¡Qué gran escándalo se cierne cuando un católico decide ir a las playas colocándose bajo ocasión de pecada al contemplar el cuerpo semidesnudo de alguna persona que no forma parte de la Iglesia! Porque fueron las playas y baños públicos, las picisnas y los centros de deportes, frecuentados por fieles y también por infieles uno de nuestras más grandes preocupaciones.
Es por ello, que viendo que os obispos no podían homogeneizar la conducta de los fieles, y que a veces éstos ponían óbice a los dictados de los leg+ímitos superiores, establecimos estas normas que deben ser seguidas por todos.
Nos, Alejandro IX, nos hemos reservado el derecho de modificar, ampliar o redefinir éstas normas según lo consideremos oportuno y necesario para la salud de las almas.

Sin otro particular, os dejo a todos mi bendición apostólica.
Alejandro IX.
Siervo de los Siervos de Dios