sábado, 30 de marzo de 2013

Viernes Santo

Palabras del Santo Padre tras el Vía Crucis


Hoy, Viernes Santo, somos testigos del mayor crímen de la historia: el deicidio cometido por los judíos, quienes por Odio al Creador, Mataron al Verbo Encarnado. Hoy, recordamos ese crimen horrible, pero no somos como los herejes de la Iglesia del Vaticano II. A Cristo Nadie le quitó la vida, él la entregó por su propia voluntad para redimirnos. Su Sangre, lava nuestros pecados y prepara a la Iglesia de los Elegidos, que somos Nosotros aquí reunidos hoy.
Queridos hermanos, mis amigos... La Iglesia hoy sufre y llora como lloró San Juan, como lloró la Augustísima Madre de Dios, la Siempre Virgen María. ¡Qué piedad! ¡Qué sujeción a la Voluntad de Dios! ¿No vemos el contraste con el mundo moderno? ¿No tenemos acaso, incluso cerca de Nosotros a muchos que en vez de someterse a los dictados de Dios deciden imponer sus propias leyes, su propia voluntad? Hoy la Iglesia los convoca a vivir como Nuestra Madre, como San Juan... pero algunos prefieren las comodidades del mundo. Hoy, Judas tiene sus discípulos.
Carísimos, para que se cumplan las leyes de la Iglesia, Nosotros hemos decidio hacer Vigilia, Ayuno y Penitencia hasta el Domingo de Pascua.
Rogamos a Dios, Omnipotente, que de fuerzas a los fieles verdaderos para cumplir con la Voluntad de Dios.