domingo, 23 de junio de 2013

Sermón de apertura del Sínodo de Villa María

Queridos Cardenales, Arzobispos, obispos y sacerdotes. Fieles, amigos y benefactores.

Hoy se inicia un momento muy importante para la Santa Iglesia Católica Remanente: el Sínodo de Villa María, convocado aquí, en la Santa Sede en el Exilio.
En situaciones normales, no les hubiéramos llamado desde tan lejos para que vinieran aquí, desde donde gobierna Pedro. Pero, como ya todos sabéis, la Iglesia afronta ahora una nueva crisis motivada por su enemigo secular: Satanás.
El demonio se infiltró en la Iglesia por medio de uno de sus agentes, Dimitry Vladeci Pereira Sarmento, un marrano que judaizó y contemporizador con los siervos de la Cábala. Siendo un Hijo de la Mentira fornicó con el Demonio y trató de destruir la obra de Dios, que es la Santa Iglesia Católica Apostólica Remanente, que Nosotros, ustedes y Nos, conformamos y a la que pertenecemos, no pode capricho, sino por absoluta necesidad para la salvación de nuestras almas.
Las terribles acciones de Dimitry Vladeci Pereira Sarmento han llevado a que toda la Iglesia del Brasil quedara fuera de la Comunión con la Verdad. ¿Cuántas almas se han perdido? No lo sabemos porque jamás supimos nada cierto de él. Hoy, mientras repasábamos éste sermón, carísimos hermanos, leíamos con dolor las cartas que nos enviara el depuesto y degradado Cardenal Makarios: millares de fieles, centenares de conversos, bautismos, comuniones, ordenaciones ¿Cuánto de eso fue cierto? ¿Cuanto de eso no fue sino una vil y cruel mentira? No lo sabemos. Pero sabemos que el daño causado a la Iglesia de Dios fue absoluto.
Ni bien fue remitida la Carta de Excomunión él se declaró feliz ¡Por las redes sociales! Y luego, por ese mismo medio divulgó documentación sensible y reservada que además adulteró para sus perniciosas campañas en contra de la Verdad.
Alguno de ustedes se preguntará "¿Por qué traer ese tema? ¿Qué tiene que ver con el Sínodo?" ¡Muchísimo, carísimos hermanos! Tiene mucho que ver, porque Nos hemos convocado a toda la jerarquía católica para ver que medios tenemos que emplear para no repetir éste doloroso error. También queremos escuchar a los obispos, saber que es lo que os fieles piden, lo que ellos necesitan. Queremos ser conscientes de los problemas que aquejan a las diócesis y por lo tanto, llevar a cabo una profunda reorganización de la Iglesia Católica.
¿No se trataron éstos temas en el Sínodo de Mar del Plata? Si, pero es necesario profundizar. Hoy, carísimos hermanos, tras la Misa Solemne, realizaremos una procesión, entonando la Letanía de los Santos, luego, los clérigos convocados, rezaremos el Te Deum en la Catedral y despediremos a los fieles, para clausurar las puertas e iniciar las deliberaciones.
Cada uno de los obispos recibió al llegar una carpeta en la que están los temas que consideramos necesario tratar. También, están allí las opiniones, a veces diferentes de los Cardenales que nos han asistido. A vosotros toca, hermanos en el Episcopado ser sinceros, dar vuestra opinión.
A vosotros, los fieles, os toca apoyar y sostener a la Iglesia. Vuestras oraciones son muy necesarias hoy. Tal vez más que nunca antes.

En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.