miércoles, 22 de junio de 2016

Convocatoria al Concilio Ecuménico de Villa María

Bula Convocatoria del Sagrado Concilio

Ecuménico de Villa María


ALEJANDRO, OBISPO, siervo de los siervos de Dios: para perpetua memoria
A todos nuestros hermanos en paz y comunión con la Santa Sede Apostólica en el Exilio

La Iglesia de Dios, a lo largo de su historia, convocó por medio del Príncipe de los Apóstoles, a Concilios Ecuménicos, a fin de tratar temas puntuales y purificar a la Iglesia, extirpando las herejías y señalando los errores puntuales que el Enemigo de la Salvación de los Hombres quería introducir en la Barca de la Salvación.

Por eso mismo, la Iglesia Católica Apostólica Remanente, la Iglesia en el Exilio, desde el momento mismo en el cual fue levantada por Dios, respondiendo al llamado de salir de Babilonia, tuvo como uno de sus objetivos la llamada de los legítimos pastores para definir nuestra fe de manera sistemática y así poder dejar en claro para todos los hombres de buena voluntad, pero muy especialmente para nuestros fieles, en qué se diferencia la Iglesia de Dios de la Iglesia de Satanás, Babilonia, la Gran Ramera.

Este deseo, fue expresado por el nuestro querido y amado predecesor, San León XIV, quien convocó a una reunión conciliar en la que fuera residencia apostólica en la Ciudad de Moreno. Dicha asamblea conciliar, dio grandes frutos que no pudieron ser reconocidos de manera inmediata: por un lado, permitió que la Iglesia reconociera fácilmente a los agentes de Satanás que se infiltraron en ella para intentar hacer fracasar el plan de Dios. En dicha reunión, se tomaron grandes decisiones que, con la muerte del Papa San León XIV y el intento de usurpación por parte de los satanistas y modernistas, no pudieron ser puestas en práctica.

Nos, que por aquel entonces participamos de forma activa en el Concilio y denunciamos la heterodoxia de algunos elementos, ni bien fuimos elevados al Sumo Pontificado, suspendimos de manera progresiva todas y cada una de las decisiones de la Magna Asamblea, y terminamos, finalmente, ordenando que los documentos, que no habían sido promulgados y reglamentados, fueran derogados y prohibimos a todos los fieles y clérigos, cualesquier apelación al Concilio Inconcluso de Moreno, que además, ordenamos fuera borrado del catálogo de los Concilios Ecuménicos.

No obstante estos antecedentes, y las graves tormentas que la Iglesia Verdadera viene sufriendo desde la Restauración del Pontificado, y considerando que se han cumplido ya diez años desde aquel histórico acontecimiento, nos hemos decidido:

PRIMERO: Convocar a todos los Cardenales, Obispos, Vicarios Episcopales, Superiores y Priores, así como a teólogos y expertos a un Concilio Ecuménico en Villa María, Santa Sede en el Exilio.
SEGUNDO: Ordenar que las Sagradas Congregaciones de la Curia cesen dentro de cinco días de promulgado esta bula, cualesquiera de sus negocios ordinarios y que se pongan a trabajar de inmediato, en la redacción de los esquemas que Nos hemos remitido con fecha del 9 de junio del año del Señor 2016.
TERCERO: Establecer que la Primera Sesión del Concilio Ecuménico de Villa María se realice el día 8 de septiembre del Año 2016 de Nuestro Señor, festividad de la Natividad de la Santísima Virgen María.
CUARTO: Convóquese a todos aquellos que se han separado de la Iglesia Católica desde el día 25 de marzo del año 2006 de la Gracia, a fin de que, siendo oídos y resueltos los puntos de disputa, puedan volver al Seno de la Iglesia Verdadera.
QUINTO: Trátense además aquellos temas que han sido anunciados como urgentes en todos los Sínodos que la Iglesia ha celebrado desde la Restauración del Pontificado, y todas aquellas otras cosas urgentes, en materia de fe y disciplina, que los obispos han considerado oportunas para la Iglesia Católica Remanente.

Todo esto lo mandamos y decretamos Nos, Alejandro IX, Siervo de los Siervos de Dios, por nuestra Apostólica Autoridad.


Dado en Villa María, Santa Sede en el Exilio,
A los 20 días del mes de Junio del año MMXVI de la Gracia
VIII de Nuestro Pontificado

X de la Restauración del Papado