Es necesario, hoy más que nunca que la Iglesia mantenga la unidad. Luego de las terribles y dolorosas divisiones, de las increíbles traiciones que la Iglesia sufrió debemos estar más apegados que nunca a la Palabra de Dios y al Eterno Magisterio de la Iglesia.
(…) No podemos ocultar la verdad. La noticia que recibimos, temprano, sobre la decisión de algunas reuniones sinodales nos sorprendieron: esperábamos el cisma, de hecho, lo esperábamos desde hacía mucho tiempo. Más, el Espíritu Santo ha confirmado a nuestros hermanos en la Fe y Nos, no podemos sino agradecer a Dios que se evitara una tragedia.
El Papa se refirió además a los objetivos que el Sínodo de Mar del Plata no pudo cumplir:
El Sínodo de Mar del Plata fue una gran oportunidad para la Iglesia. No fue un Concilio, como algunos quisieron creer. El Sínodo planetó una agenda que aún está incompleta. Las medidas de seguridad se aplicaron y hoy no corre peligro la Santa Sede en el Exilio de nuevos atentados. También, durante el pasado año 2011 realizamos importantes cambios a nivel de la Curia, todo ello fruto del Sínodo de Mar del Plata. Quedó aún pendiente nuestra gira, de la misma manera que la convocatoria a un Concilio Ecuménico.
Quiero, carísimos hermanos, pedir a Vosotros que oren por estos dos objetivos: la gira y el concilio…
Finalmente, Su Santidad se refirió a la situación que vive la Iglesia en América Latina.
Hace poco más de un año decíamos que la Iglesia en nuestra América está dolida, herida, perseguida. ¿Cambió esta situación? No. En Centroamérica la Iglesia sufre persecuciones constantes. Ofrecemos a nuestros hermanos nuestras oraciones, nuestros sufragios, todo lo que podemos darles se lo daremos. Sin embargo, Nos, consideramos que el mantenimiento de la Iglesia en Nicaragua está lejos de reportar algún beneficioso. Es por ello que hemos decidido se apliquen medidas extraordinarias para la Iglesia Nicaragüense y sus sacerdotes.
El Papa no dijo cuales serán esas medidas. Sin embargo, hace varios meses atrás el Cardenal Emilio Javier de la Compasión había dijo públicamente que la Iglesia debía pensar seriamente en “evacuar” a los fieles y a los sacerdotes en Nicaragua.
Al finalizar la ceremonia el Santo Padre dio la bendición apostólica a todos los presentes y se entonó el Te Deum.